El estudio, publicado en 'Quaternary Science Reviews', está dirigido por el investigador José S. Carrión, de la Universidad de Murcia, quien ha utilizado los restos fósiles de plantas encontradas en la Cueva de Gorham, en Gibraltar, para determinar las especies que había en el Peñón del Pleistoceno.
Carrión, especialista en fósiles de flora, y su equipo han logrado determinar que, mientras el resto de Europa estaba prácticamente congelada, en esa región había pinos, encinas, robles y árboles caducifolios, vegetales que indican que el clima era cálido. Se trataba de un área semiboscosa a la que, según explica a elmundo.es, "los neandertales estaban muy bien adaptados".
"Esta especie humana no llevaba muy bien los espacios abiertos, que son más propios de nuestra especie. Precisamente, puede que se extinguieran porque el paisaje dominante durante el último máximo glaciar fue muy estepario, y puede que sobrevivieran allí porque era uno de los últimos reductos de vegetación forestal europea", señala el investigador.
Carrión apunta que hace 24.000 años la temperatura media era 4ºC o 5ºC menor que ahora y que el nivel del mar estaba mucho más bajo. De hecho, las cuevas de los acantilados gibraltareños en las que se refugiaban los neandertales estaban a 10 kilómetros de la costa, y daban a una sabana. Hoy esas cuevas están junto al mar.
LOS COPROLITOS
El trabajo ha sido realizado con la información que aportan los coprolitos, heces fosilizadas de animales, en este caso de las hienas que tenían en el área sus cubiles. Pero ¿cómo llegaba el polen hasta allí? El proceso, según explica Carrión, es el siguiente: la vegetación lo produce y lo dispersa en el aire y cae al suelo; a continuación, un herbívoro ingiere el polen a través de la dieta (ejemplo comiendo hierba), y luego, a su vez, es ingerido por un carnívoro como la hiena.
Miles de años después llega un paleobotánico, coge el coprolito, lo trata en el laboratorio y extrae los granos de polen de aquella época, de manera que puede reconstruir la vegetación que había.
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que los neandertales eran omnívoros y se alimentaban de mamíferos terrestres (conejos, palomas, cabras montesas...) y marinos (focas monje, delfines, peces o mejillones). Se sabe, por los restos encontrados, que también se alimentaban de frutos secos y plantas.
Los paleontólogos consideran que su desaparición se debió a un cúmulo de factores, como el endurecimiento del clima y la falta de diversidad genética, dado que esta última población de neandertales estaba muy aislada.
Junto con la Universidad de Murcia, en esta investigación han colaborado expertos del Museo de Gibraltar, del IPHES, del Laboratorio de Arqueobotánica del CSIC y del Instituto Pirenaico de Ecología, entre otros.
Autor: Rosa M. Tristán |
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