jueves, 29 de enero de 2009

Excavaciones arqueológicas en Pamplona (Informe de J . Ramírez Sádaba)

   Con el título LA PAMPLONA REENCONTRADA se inauguró el 27.11.2008, una
exposición que, con finalidad eminentemente educativo-divulgativa, recogía
lo más importante e ilustrativo de los diez últimos años de intervenciones
en el subsuelo del casco histórico pamplonés, todo ellos en dos salas de la
planta noble del pañacio del Condestable de Navarra, edificio del siglo XVI
que se acaba de restaurar.
   Es un recorrido histórico desde la Pompelo romana hasta la Pamplona
actual, que reune descubrimientos novedosos porque se desconocía su
existencia, junto a otros que eran conocidos por la documentación literaria,
pero que permiten reconocer lo que se desstruyó y lo que ha quedado.
   Para el historiador y para el arqueólogo tienen más valor los primeros,
especialmente los relativos a las épocas romana y medieval. De Pompelo se
han  recuperado unas termas monumentales en la Plaza del Castillo, viviendas
junto a San Fermín de Aldapa, parte de una calzada en la calle Dormitalería
y, muy interesante, parte de la muralla tardorromana en las Calles
Dormitalería y Merced, con una magnífica resolución técnica de la
cimentación en un terreno inestable. Por supuesto cantidad de materiales de
todo tipo.
   A la Pampilona visigoda y su posterior conquista por los musulmanes
corresponden dos necrópolis, una visigoda (cuyo uso continúa después de la
conquista musulmana), precisamente en el subsuelo del Palacio del
Condestable, y otra musulmana aparecida en la Plaza del Castillo y utilizada
durante el siglo VIII. Es un descubrimiento que clarifica varias cosas: el
dominio de la ciudad por poblaciones no indígenas, la existencia de una
población estable (son 153 tumbas "visigodas y cristianas" y 190
musulmanas), el recinto de la ciudad (ambos cementerios estaban extramuros)
y la convivencia de dos rituales (y de dos creencias) durante el siglo VIII.
   De la época medieval quizá lo más destacable haya sido el descubrimiento
de un barrio cuya ubicación exacta se discutía (el de Zurriburbu), el de una
potente muralla en medio de la Plaza del Castillo (se puede ver in situ),
cuya finalidad se desconoce , y cuatro necrópolis (una en cada iglesia
medieval: Santiago, San Pedro, San Nicolás y Santa María la Real).
   Y aunque menos sorprendentes, por ser más conocidos, también son
interesantes los hallazgos de la época moderna hasta hoy. En realidad lo
único desconocido fue un puente con una canalización bajo la Plaza de Toros.

Pero ha resultado interesante recuperar los fosos del Castillo de Santiago
(donde cayó herido San Ignacio de Loyola), restos de la primera Plaza de
Toros, soterrada bajo la Avenida de Carlos III, el primer Teatro, las
fuentes monumentales del siglo XVIII (especialmente el empedrado de la
Mariblanca), pero se debe resaltar los baluartes y murallas. Los soterrados
en el lado sur han aparecido prácticamente arrasados, mientras que el San
Antón (por el que el Palacio de Congresos se llama "Baluarte") apareció
prácticamente intacto, y se puede ver in situ. Demuestra que los militares
simplemente explanaron el suelo para construir sus cuarteles (en uso hasta
1971), mientras que el segundo ensanche de la ciudad necesitó derruir casi
completamente el de la Reina para trazar el damero de la "nueva Pamplona"
(la que se construyó a partir de 1920.
   Todo se recoge en un sencillo, pero bien ilustrado, literaria y
gráficamente, Catálogo de la Exposición, adquirible por tres euros.

Fuente

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